Hacía tiempo que no disfrutaba de una manera tan gozosa de la magia del cine, esa suerte de catarsis que te permite reconciliarte con el género humano a través de las imágenes y las palabras y, en esta ocasión especialmente, a través de las miradas, de los ojos de estos maravillosos actores, Ricardo Darín y Soledad Villamil, en estado de gracia absoluta en manos del argentino Juan José Campanella. “El secreto de sus ojos” es una extraordinaria película cuyo guión costó a Campanella año y medio de trabajo en la adaptación de la novela “La pregunta de sus ojos” (Alfaguara, 2009) del también argentino Eduardo Sacheri, y que fue realizado conjuntamente y bajo la supervisión del escritor.
El resultado es una obra inclasificable desde el punto de vista cinematográfico, donde se armonizan géneros de una forma a penas perceptible, al tiempo, que se desarrolla una historia con una solidez argumental tal, y de un calibre humano tan elevado que, días después, los espíritus sensibles y capaces de recoger el testigo, todavía rumian en espera de encontrar respuestas. Es decir, Campanella logra en dos horas escasas que reflexionemos sobre nuestros propios miedos, el vacío existencial, la amistad, el amor, la falta de libertad, la justicia, la locura…. . Creo que el éxito de Campanella en películas como “El hijo de la novia”, y me atrevo a vaticinar la que ahora nos ocupa, radica en esa capacidad de empatía que crea en el espectador al verse reflejado en alguna de las situaciones de sus personajes. Como se suele decir de forma un tanto cursi: nos toca la fibra sensible, esa que en determinados momentos tenemos tan encallecida a golpes de realidad diaria, esa que tenemos tan adormecida porque preferimos mirar hacia otro lado y no mirar hacia dentro.
Nos habla Campanella de los recuerdos, de la memoria, de cómo recuperar esa parcela tan íntima, como único camino para curar heridas y enfrentarse en condiciones a un futuro en ciernes. Y nos habla de las pasiones, las que siempre perduran y que son el motor de nuestra existencia ….Penetra en la mirada de sus personajes y sondea más allá de sus ojos en una aventura fascinante que comparte con el espectador. Le he escuchado decir refiriéndose a su película que, en realidad, hay dos películas: una al escuchar los diálogos, y otra al observar los ojos de los personajes, sus miradas…..Y de ahí ese fascinante título: “El secreto de sus ojos”, por que todos y cada uno de los personajes guardan un secreto más allá de lo que manifiestan o dicen. ¿Os suena de algo?
Y vuelvo al principio de mi escrito cuando decía que el cine es pura magia, una catarsis maravillosa que en manos de grandes autores se convierte en espectáculo. Campanella ha comentado que las posibilidades del primer plano en el cine, le han permitido rastrear esas miradas de sus personajes y seguirlas hasta descubrir el secreto que encierran. El cine, diría yo, y añadiría, ese extraordinario trabajo actoral por parte de Ricardo Darín y Soledad Villamil, pura química.
Por último referirme al injusto trato dado a la película en el reciente Festival de San Sebastián donde competía en sección oficial. No se ha llevado ningún premio. Esperemos que en su carrera hacia el Oscar como representante de Argentina en la categoría de mejor película extranjera, tenga mejor suerte ya que se la merece.
El resultado es una obra inclasificable desde el punto de vista cinematográfico, donde se armonizan géneros de una forma a penas perceptible, al tiempo, que se desarrolla una historia con una solidez argumental tal, y de un calibre humano tan elevado que, días después, los espíritus sensibles y capaces de recoger el testigo, todavía rumian en espera de encontrar respuestas. Es decir, Campanella logra en dos horas escasas que reflexionemos sobre nuestros propios miedos, el vacío existencial, la amistad, el amor, la falta de libertad, la justicia, la locura…. . Creo que el éxito de Campanella en películas como “El hijo de la novia”, y me atrevo a vaticinar la que ahora nos ocupa, radica en esa capacidad de empatía que crea en el espectador al verse reflejado en alguna de las situaciones de sus personajes. Como se suele decir de forma un tanto cursi: nos toca la fibra sensible, esa que en determinados momentos tenemos tan encallecida a golpes de realidad diaria, esa que tenemos tan adormecida porque preferimos mirar hacia otro lado y no mirar hacia dentro.
Nos habla Campanella de los recuerdos, de la memoria, de cómo recuperar esa parcela tan íntima, como único camino para curar heridas y enfrentarse en condiciones a un futuro en ciernes. Y nos habla de las pasiones, las que siempre perduran y que son el motor de nuestra existencia ….Penetra en la mirada de sus personajes y sondea más allá de sus ojos en una aventura fascinante que comparte con el espectador. Le he escuchado decir refiriéndose a su película que, en realidad, hay dos películas: una al escuchar los diálogos, y otra al observar los ojos de los personajes, sus miradas…..Y de ahí ese fascinante título: “El secreto de sus ojos”, por que todos y cada uno de los personajes guardan un secreto más allá de lo que manifiestan o dicen. ¿Os suena de algo?
Y vuelvo al principio de mi escrito cuando decía que el cine es pura magia, una catarsis maravillosa que en manos de grandes autores se convierte en espectáculo. Campanella ha comentado que las posibilidades del primer plano en el cine, le han permitido rastrear esas miradas de sus personajes y seguirlas hasta descubrir el secreto que encierran. El cine, diría yo, y añadiría, ese extraordinario trabajo actoral por parte de Ricardo Darín y Soledad Villamil, pura química.
Por último referirme al injusto trato dado a la película en el reciente Festival de San Sebastián donde competía en sección oficial. No se ha llevado ningún premio. Esperemos que en su carrera hacia el Oscar como representante de Argentina en la categoría de mejor película extranjera, tenga mejor suerte ya que se la merece.