La sugestiva producción francesa de Laurent Cantet “Entre les murs” (traducida al castellano y estrenada bajo el anodino nombre de “La clase”) ha conseguido situarse hoy entre las candidatas al oscar a la mejor película extranjera en la próxima edición de los Oscars que se celebrará el 22 de febrero. Me congratulo especialmente con la decisión, al igual que lo hiciera en su día con la Palma de Oro que consiguió la película en la última edición del festival de Cannes, rompiendo así el maleficio que se cernía sobre la cinematografía francesa que no conseguía durante años situarse como ganadora en uno de sus festivales más prestigiosos.
Y digo que me congratulo por que la película “Entre les murs” me parece un sano y políticamente incorrecto ejercicio de Literatura, en primer lugar, y Cine, en segundo, que sabe echar un vistazo a la realidad circundante sin temor y a pecho descubierto. Y en este caso le ha tocado el turno a la Educación. Cantet, al que ya se le conoce como el Ken Loach francés, ha sabido hurgar en la llaga llevando el texto de François Bégaudeau a la pantalla, colándose en una clase de Lengua de unos chavales de Secundaria, en un Instituto de la periferia de Paris. Cantet nos permite que nos colemos también con él en esta clase y conozcamos el día a día de estos chavales y su profesor durante un curso escolar. Vemos los problemas con los que se enfrentan los docentes en la actualidad a través de los ojos de su protagonista, Bégaudeau, autor del libro en el que se basa la película, guionista, y también actor principal de la cinta. Es decir, él mismo se reinterpreta y lo hace francamente muy bien.
A lo largo del metraje de la película le tomamos el pulso en su batalla por enseñar a unos chicos desencantados y desmotivados, con los que intenta establecer códigos comunicativos y de aprendizaje que permanentemente fracasan, y que le llevan en muchos momentos a enfrentamientos indeseables. Los personajes de Cantet siempre han sido unos soñadores, unos idealistas luchadores (recuerdo “Recursos humanos”, su anterior película, el joven licenciado que accede a su primer puesto de trabajo y lucha por cambiar las situaciones injustas que se dan en su empresa). Y también es así el profesor de “Entre les murs”, un hombre que no se rinde y que constantemente y a diario entra en clase para mantener una dura batalla al querer que estos chavales aprendan. “Entre les murs” es una clase magistral sobre el fracaso y de la que surgen multitud de preguntas sin respuesta sobre el sistema educativo francés, en este caso, pero bajo mi punto de vista extrapolable a España, también. En este mundo globalizado, los problemas son comunes.
Me parece francamente demoledora y descorazonadora una de las escenas finales de la cinta en la que una de sus alumnas, reconoce no haber aprendido nada en todo el curso y le dice textualmente que no sabe para que sirve todo lo que se le enseña. Ya digo, son muchas las preguntas que plantea esta película: ¿cuáles deberían ser las funciones de la escuela en estos momentos? ¿cómo combatir la falta de motivación en los chavales a la hora de aprender y asumir responsabilidades?...., etcétera, etcétera.. pero la película de Cantet es mucho más. El microcosmos que recrea este director entre los muros de un instituto parisino es nuestro mundo real en el que se establecen también juegos de poder; la comunicación es, en ocasiones, imposible y se dan las diferencias raciales, económicas, interpersonales y emocionales, generadoras de problemas y conflictos. En definitiva, la escuela como parábola, la escuela como reflejo de una sociedad fracasada.
Y digo que me congratulo por que la película “Entre les murs” me parece un sano y políticamente incorrecto ejercicio de Literatura, en primer lugar, y Cine, en segundo, que sabe echar un vistazo a la realidad circundante sin temor y a pecho descubierto. Y en este caso le ha tocado el turno a la Educación. Cantet, al que ya se le conoce como el Ken Loach francés, ha sabido hurgar en la llaga llevando el texto de François Bégaudeau a la pantalla, colándose en una clase de Lengua de unos chavales de Secundaria, en un Instituto de la periferia de Paris. Cantet nos permite que nos colemos también con él en esta clase y conozcamos el día a día de estos chavales y su profesor durante un curso escolar. Vemos los problemas con los que se enfrentan los docentes en la actualidad a través de los ojos de su protagonista, Bégaudeau, autor del libro en el que se basa la película, guionista, y también actor principal de la cinta. Es decir, él mismo se reinterpreta y lo hace francamente muy bien.
A lo largo del metraje de la película le tomamos el pulso en su batalla por enseñar a unos chicos desencantados y desmotivados, con los que intenta establecer códigos comunicativos y de aprendizaje que permanentemente fracasan, y que le llevan en muchos momentos a enfrentamientos indeseables. Los personajes de Cantet siempre han sido unos soñadores, unos idealistas luchadores (recuerdo “Recursos humanos”, su anterior película, el joven licenciado que accede a su primer puesto de trabajo y lucha por cambiar las situaciones injustas que se dan en su empresa). Y también es así el profesor de “Entre les murs”, un hombre que no se rinde y que constantemente y a diario entra en clase para mantener una dura batalla al querer que estos chavales aprendan. “Entre les murs” es una clase magistral sobre el fracaso y de la que surgen multitud de preguntas sin respuesta sobre el sistema educativo francés, en este caso, pero bajo mi punto de vista extrapolable a España, también. En este mundo globalizado, los problemas son comunes.
Me parece francamente demoledora y descorazonadora una de las escenas finales de la cinta en la que una de sus alumnas, reconoce no haber aprendido nada en todo el curso y le dice textualmente que no sabe para que sirve todo lo que se le enseña. Ya digo, son muchas las preguntas que plantea esta película: ¿cuáles deberían ser las funciones de la escuela en estos momentos? ¿cómo combatir la falta de motivación en los chavales a la hora de aprender y asumir responsabilidades?...., etcétera, etcétera.. pero la película de Cantet es mucho más. El microcosmos que recrea este director entre los muros de un instituto parisino es nuestro mundo real en el que se establecen también juegos de poder; la comunicación es, en ocasiones, imposible y se dan las diferencias raciales, económicas, interpersonales y emocionales, generadoras de problemas y conflictos. En definitiva, la escuela como parábola, la escuela como reflejo de una sociedad fracasada.